Las ciudades modernas están diseñadas por y para los hombres, lo cual limita el acceso de las mujeres al desarrollo económico, cultural y social. Y es que las mujeres ocupan solo el 10% de los puestos más importantes en los principales estudios de arquitectura del mundo, de acuerdo con un informe del Banco Mundial.
Históricamente las ciudades se planifican y diseñan para reflejar los roles de género tradicionales y la división del trabajo en función del género (hombres en espacios laborales y mujeres en tareas domésticas, por ejemplo), por eso es que las ciudades funcionan mejor para ellos que para las mujeres, por eso es importante que el diseño de las ciudades se construyan con perspectiva de género y se piense en un urbanismo feminista.
El urbanismo feminista plantea, por ejemplo, que se debe dejar de priorizar la movilidad lineal (de casa al trabajo) e incluir la movilidad que exigen los cuidados (llevar a las y los niños al parque, a la escuela, llevar a las personas adultas mayores al hospital).
En urbes tan grandes como Ciudad de México, las mujeres realizan, en promedio 43.8 horas a la semana de trabajo no remunerado y los hombres solo registran 17.9 horas. Y aunque ellas deben desplazarse con más frecuencia y a distintos puntos, la ciudad no está pensada para ellas, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
“La perspectiva de género pone a las mujeres en el centro para ser agente activa de derechos y, en este sentido, hacedora de ciudades. Un urbanismo con perspectiva de género busca poner el foco en aquellas tareas asignadas tradicionalmente a las mujeres y que no han sido tenidas en cuenta ni por políticas ni planeamientos urbanos”, de acuerdo con la arquitecta argentina Zaida Muxí.
De acuerdo con el Banco Mundial, hay seis áreas en el entorno urbano que deberían garantizar la igualdad de género para las mujeres y niñas: el acceso a los servicios y espacio público, la movilidad, la seguridad en las calles, la salud e higiene, la resiliencia climática (tener las herramientas para hacer frente a un desastre natural) y la seguridad de la tenencia (tener acceso a la vivienda y a ser propietarias de una).
En México existen estrategias encaminadas a eliminar esta desigualdad de género en la planificación de las ciudades. A través del Programa de Mejoramiento Urbano (PUM), por ejemplo, se asignan presupuestos para mejorar la iluminación en las calles y que sean más seguras y transitables para ellas.
Todxs tenemos derecho a tener acceso a una ciudad más igualitaria, para que cada paso que demos se haga desde la inclusión y no desde la desigualdad.
0 comentarios