Mucho hemos escuchado hablar de la tóxica masculinidad de muchos hombres en el mundo. ¿Qué es exactamente este término? Si bien no existe una definición única, existe un consenso en que se trata de un concepto de la psicología que alude a una serie de comportamientos y patrones nocivos asociados a ideas tradicionales de lo que implica ser hombre.
Las normas rígidas impuestas por la masculinidad tradicional -como evitar demostrar rasgos considerados femeninos, enfocarse excesivamente en la competencia y el rendimiento, la inclinación por el riesgo, la aventura y la violencia, y el rechazo hacia cualquier apariencia de debilidad- impactan de manera negativa en la salud física y mental de la población masculina.
¿Por qué tantos hombres se comportan así sistemáticamente? Esto es lo que llamamos estereotipos. Los estereotipos son modelos de cualidades o conductas que marcan la norma. Son moldes que se construyen para homogeneizar toda la riqueza, toda la diversidad. Esto también es tóxico: el temor a salirse del guión, a que la conducta no cuadre con lo que se espera, por pertenecer a uno u otro sexo.
“Los hombres no deben llorar, deben ser siempre fuertes, deben hacerse respetar a golpes si es necesario, deben ser proveedores y ser el sostén de su hogar, las mujeres deben hacerles caso y satisfacerlos, deben controlar a su mujer, no pueden ser débiles, mamones, sensibles, ni vulnerables, nunca, porque eso no es de macho.”, afirma la periodista Denisse Charpentier.
Todo eso puede resumir de manera bastante simple en qué consiste la masculinidad tóxica, patrones de comportamiento normalizados hace décadas que dictan lo que un hombre “debe ser” para ser una persona digna y respetable, destaca el portal biobiochile.
La masculinidad tóxica es también la que permite que las mujeres sean vistas como seres inferiores a la merced de la satisfacción masculina. Es la que promueve el acoso callejero, los abusos, las violaciones y la violencia de género.
¿Cómo afecta a los hombres?
“Esta masculinidad implica una serie de comportamientos que van desde reprimir las emociones hasta mantener una apariencia fuerte y usar la violencia como indicador de poder. En otras palabras, es lo que pasa cuando les enseñamos a los niños que tienen que asumir una actitud ruda, porque cualquier otra cosa los hace débiles”, explicó en el New York Times la periodista especializada en género Maya Salam.
Desde el El Senado de la República de la Ciudad de México, la diputada Martha Tagle Martínez señaló que los costos de la masculinidad tóxica tienen efectos directos en la salud de los hombres, en las desigualdades, discriminaciones y violencias que ejercen entre sí y contra las mujeres, niñas y niños.
En una entrevista con el medio estadounidense Big Think, el teórico, educador y autor Michael Kaufman explicó que existe una paradoja en el sistema de masculinidad imperante en la que, por un lado, han sido los propios hombres los diseñadores del modelo actual pero, por otro, están siendo afectados al no poder cumplir con las expectativas que se generan de ellos mismos.
Como explicó la columnista Arwa Mahdawi en un artículo en The Guardian: en Estados Unidos los hombres tienen más probabilidades que las mujeres (3,5 veces más) de suicidarse. Un fenómeno que muchos expertos atribuyen, en parte, al hecho de que a los hombres se les dice que no deben expresar sus emociones o admitirse vulnerables y, por lo tanto, son menos propensos a buscar ayuda profesional.
La masculinidad tóxica es un problema en la sociedad, no es simplemente un problema que un hombre decida adoptar, sino que es una construcción social que se forma desde la crianza hasta las convivencias sociales. Es importante derribar estas enseñanzas desde el hogar para poco a poco ir erradicando este problema con los varones.
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