En Latinoamérica el 8.4% de las mujeres de la región experimentan inseguridad alimentaria severa, en comparación con el 6.9% de los hombres, de acuerdo con los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO).
Aunque esta situación no es exclusiva de esta región, el 70% de las personas afectadas por hambre a nivel mundial son mujeres, según los datos de Naciones Unidas.
Esto se debe en gran medida a la desigualdad económica y social entre hombres y mujeres. Sin embargo, en los contextos rurales, estas desigualdades son más evidentes, pues son ellas quienes están en mayor riesgo de caer en una situación de pobreza o profundizar la que se encuentran, particularmente cuando participan menos en empleos formales. Esto a pesar de que en México, por ejemplo, más del 50% de la producción de alimentos en el país está a cargo de las mujeres.
De hecho, casi una tercera parte de todas las mujeres con empleo en el mundo trabaja en la agricultura, esto sin contar a las trabajadoras autónomas ni a las trabajadoras que no reciben remuneración. Sin embargo, sólo el 13% de mujeres son propietarias de tierras, lo cual también acentúa la desigualdad social a la que están sujetas las mujeres, pues tienen menos posibilidad de ser ellas quienes se beneficien de los beneficios de la agricultura.
La discriminación por estereotipos de género también hace que las mujeres y las niñas sean las primeras en comer menos, a pesar de ser las que más trabajan por asegurar la alimentación de sus hogares, de acuerdo con la FAO.
La desigualdad en la seguridad alimentaria también se debe a la feminización de la pobreza en todo el mundo, pues a pesar de que las mujeres representan más del 50% de la población, el 70% de las personas pobres en el mundo son mujeres, de acuerdo con la ONU.
La FAO sugiere que para combatir la brecha en la seguridad alimentaria es importante que, por ejemplo, las mujeres campesinas tengan más oportunidades para ser propietarias de la tierra que trabajan, con acceso a créditos, asistencia técnica, canales de comercialización y que se garanticen los recursos naturales necesarios para cumplir con sus objetivos.
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