Si bien el feminismo lucha por la defensa de los derechos de todas las mujeres, existe una pluralidad de voces que defienden distintas causas dentro del mismo movimiento. El feminismo negro, por ejemplo, nació como lucha contra la esclavitud y las múltiples opresiones que atraviesan las mujeres negras por ser negras.

El feminismo negro se popularizó en las décadas de 1960 y 1970. En esa época, Estados Unidos vivía la efervescencia de la Segunda ola del feminismo, de la mano del Movimiento de Liberación de las Mujeres, el cual agrupó a distintas feministas, entre ellas, las mujeres negras, sin embargo, ellas criticaron las luchas que tenían las mujeres blancas; mientras ellas exigían el derecho al voto, las afroamericanas exigían el fin de la exclavitud y racismo. 

El principal argumento y defensa del feminismo negro fue que las mujeres negras están posicionadas dentro de estructuras de poder de una forma muy diferente al de las mujeres blancas de clase media, pues las experiencias por clase, género y raza son distintas.

“El feminismo negro se abre paso como una corriente de feminismo en la que dar lugar a reivindicaciones propias de las experiencias de las mujeres negras en tanto sujetas inmersas en múltiples opresiones sociales producto de encarnar cuerpos e identidades no hegemónicas, cuerpos e identidades racializadas”, de acuerdo con la antropóloga Fernanda Olivar.

Y aquí entra otro término que está relacionado también con el feminismo negro: la interseccionalidad. En 1989, la activista Kimberlé Crenshaw creó este concepto que analiza las distintas opresiones y discriminaciones que atraviesan todas las personas con base en sus categorías sociales (raza, clase, etnia, discapacidad, sexualidad, etc). 

La interseccionalidad en el feminismo evidencia que no es lo mismo la experiencia de una mujer mujer blanca de clase media que la de una mujer negra de clase negra debido al componente de la raza, por eso es que se debe partir de ahí para analizar y luchar por los derechos y vivencias de cada una.

No se basa en unificar la identidad y buscar los mismos intereses compartidos por todas las mujeres, sino que reconoce las distintas necesidades y experiencias de todas las mujeres. Esta interseccionalidad reconoce tanto el feminismo negro, lésbico, socialista, transfeminismo y distintas corrientes desde el mismo movimiento.

“No hay un solo feminismo, sino muchos. El feminismo eficaz tiene que luchar contra la homofobia, la explotación de clase, raza género, el capitalismo e imperialismo”, dice la política y activista Angela Davis, una de las voces más importantes dentro del feminismo negro.