¿Qué es el purpleashing? Antes de definirlo, es necesario recordar que el color morado siempre se ha identificado con el movimiento de las mujeres. Teniendo en mente esto, de acuerdo con la académica española Brigitte Vasallo -quien en 2014 acuñó este neologismo- esta es una una práctica común en la que varias marcas y empresas hacen campañas alrededor del 8 de marzo con el objetivo de “demostrar” que apoyan a la lucha feminista. Sin embargo, cada vez son más cuestionadas estas prácticas por las mujeres. 

Y es que nadie podrá negar que apoyar a una causa social está de moda. Durante junio -mes en el cual se celebra el Orgullo LGBT+-, es de lo más común que veamos la bandera del arcoíris en las fachadas de edificios corportaivos. O que cada vez sea más común que las grandes empresas presuman ser eco friendly y por eso hacen giras en bosques nacionales para plantar árboles. Evidentemente, el feminismo no se podía quedar atrás de esto. 

De acuerdo con un artículo publicado por la revista Forbes, el “purplewashing hace alusión a aquellas marcas, personas o estrategias políticas que utilizan el feminismo para ser consideradas como progresistas o inclusivas cuando en realidad no lo son y, por el contrario, promueven prácticas estructurales de exclusión en la sociedad”. Por ejemplo, alegan ser inclusivas con las mujeres cuando en realidad son misóginas y hay muy poca participación femenina o existe la discriminación por el simple hecho de ser mujer. 

Cada marzo es lo mismo: salen campañas publicitarias y de marketing alrededor del Día Internacional de la Mujer. Algunas ofrecen descuentos, otras solo publican alguna imagen en redes sociales para subirse al tren del color morado. 

«Muy bonitas sus luces moradas y todo, pero… ¿Las políticas de igualdad? ¿La prevención de la violencia? ¿La erradicación de la violencia institucional y discursos de odio? Se necesitan propuestas y compromisos claros«, publicó en Twitter Jimena Vilchis, abogada fundadora de Reconcilia DH, una red que provee servicios de asesoría, comunicación y asistencia técnica para la integración de una perspectiva de DDH y género.

Y ojo, no está mal que las marcas se sumen a la lucha, “el problema no está en la elaboración de campañas, sino en la falta de congruencia en su actuar cotidiano y más allá del 8 de marzo, cuando se terminan las etiquetas moradas” afirma el sitio Expansión Mujeres. 

La verdadera estrategia está en qué hacemos para desaprender el machismo y apoyar al feminismo y la equidad de género desde un lugar congruente y verdadero. Sin duda, desde las organizaciones se pueden implementar ciertas acciones internas para empezar a cerrar brechas de género.