Cada año, 12 millones de niñas y adolescentes de todo el mundo son obligadas a unirse antes de cumplir los 18 años de edad, es decir, 23 niñas o adolescentes por minuto, de acuerdo con los datos de la Unicef. Esta situación se traduce en violencia género, pues atenta contra la voluntad de las mujeres, sus derechos humanos, el acceso a la educación, a ejercer su autonomía y libertad.
Algunas de las situaciones que provocan que las niñas sean más vulnerables al matrimonio infantil forzado son: la pobreza, la falta de educación, las normas y prácticas sociales nocivas y la inseguridad. Aunque sus causas pueden variar de una comunidad a otra y se manifiestan de manera distinta en diferentes partes del mundo, de acuerdo con la organización Girls not Brides.
Las mujeres que son obligadas a casarse desde niñas tienen más probabilidades de tener embarazos precoces, sufrir complicaciones peligrosas durante su embarazo y el parto, adquirir VIH y sufrir violencia doméstica, como documentó Girls not Brides.
Además, las expectativas económicas y de salud se ven limitadas, en comparación con las niñas que no fueron obligadas a realizar esta práctica, lo cual a la larga también puede repercutir en sus propios hijos y disminuye la capacidad de un país de garantizar mejores servicios de salud y educativos.
Se estima que actualmente 650 millones de las mujeres que viven en el mundo fueron obligadas a casarse de niñas, de acuerdo con las cifras de la Unicef.
En México, esta situación no es distinta. Aunque las leyes en el país establecen los 18 años como edad mínima para casarse sin excepciones. Sin embargo, en las comunidades de Metlatónoc, Guerrero, más del 40% de las niñas son vendidas en matrimonio, según cifras extraoficiales. Las niñas son obligadas a seguir los usos y costumbres de las comunidades indígenas de esta entidad, en donde llegan a ser vendidas a otros hombres hasta por 200 mil pesos.
La Unicef también alertó que a causa de la pandemia por el covid-19, 10 millones más de niñas contraerán matrimonio forzado a finales de la década, pues el cierre de escuelas, la crisis económica, la interrupción de servicios de salud, las muertes durante el embarazo y la muertes de sus padres o tutores, hizo que aumentara el riesgo de matrimonio para las niñas más vulnerables.
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