La idea de amor romántico heteronormativo, que ha sido contado por el sistema patriarcal, ha educado a las mujeres desde que son chicas a aspirar a casarse como si fuera una meta de vida. Esto es sumamente problemático porque refuerza la idea de que su mayor logro en la vida es encontrar a alguien que la mantenga y proteja, como si ésta no fuera capaz de hacerlo por sí misma. 

Esto provoca que si no se han casado a “tiempo”, tendrán una profunda sensación de insatisfacción y falla o simplemente las empujará a conformarse con algún hombre dispuesto a casarse aunque quizá no sea la mejor opción para ella o incluso sea dañino. 

A pesar de los profundos cambios que están sucuendiendo, la realidad familiar y la “liberación de las ataduras tradicionales” (Beck, 1997), es que la busqueda de una pareja con la que se desea formar un hogar, con vocación de estabilidad en el tiempo y con el deseo de tener hijos comunes, es parte de la formación de una familia y sigue siendo una aspiración vital compartida por la inmensa mayoría de las nuevas generaciones.

A pesar de los avances del feminismo, que educa a las mujeres a empoderarse y ser independientes, muchas siguen viendo el matrimonio como un objetivo para realizarse como mujeres más que como una decisión de compartir la vida con alguien. La escritora norteamericana Susan Shapiro realizó una investigación en donde se demuestra que:

• ​​80% de las mujeres comienzan su matrimonio basado en el amor romántico.
• 80% de las mujeres, independientemente de su estado civil actual, consideran el matrimonio una meta.
• Más del 60% de las mujeres creen que van a tener éxito en ser una esposa.
• Más del 70% no quiso perderse la experiencia.
• 65% de las mujeres acaban abrazando la convencionalidad del marido, casa, niños.

El problema surge cuando las mujeres se presionan cuando a cierta edad sus amigas u otras familiares se casan y ellas simplemente se ven frustradas por no estar con un hombre con el que está sucediendo esto y desde luego, este es el problema cuando  se les inculca en la cabeza, de generación en generación, que deben casarse y que así confirman su valor (existencia) y solo así se convierten en personas respetables. y alcanzan un estatus social intocable.