La primera vez que depilé mis brazos y axilas tenía unos 14 o 15 años. Lo hice porque mis compañeros me decían que parecía un “changuito” con tantos vellos en mi cuerpo. Para mí era algo normal, porque veía cómo mi mamá y las mujeres a mi alrededor también se depilaban con láser o con la famosa y dolorosa cera caliente. Entonces jamás lo cuestioné y sí, reconozco que mis pelitos me daban pena.
La realidad es que someterte a la depilación láser o cualquier otro método de depilación a esa edad, es un hecho traumático. Miles de pesos y tiempo invertido. Yo no entendía por qué tenía que hacerlo y mis amigos hombres no. Fue todo un shock. Afortunadamente con el paso de los años entendí que la depilación femenina en realidad está relacionada con los estereotipos de belleza y el ideal de la “mujer perfecta” y femenina.
Por eso es que dejarse crecer los vellos de las axilas es un símbolo en la lucha feminista, porque vamos en contra de lo que nos dicta el patriarcado: cuerpos sin vellos, cuerpos perfectos. La sociedad nos dice que depilarnos nos hace ver más femeninas. Porque hasta la depilación es una construcción social de la industria de la moda y el marketing, diciéndonos cómo debemos lucir nuestros cuerpos en ciertas prendas.
Debo confesar que aunque soy consciente de esa crítica, depilarme o no hacerlo no me hace ni más ni menos feminista. Hay unos días en que me miro al espejo y no soporto ver el nuevo pelito que ya me salió en la barbilla y lo arranco.
Sí, hay cosas que tengo que ir deconstruyendo sobre lo que representa la belleza ante la sociedad, pero también son cosas que hago por elección y de eso también va el feminismo, de elegir lo que queremos hacer o no con nuestros cuerpos.
Todavía hay días en que descubro que si no me depilé, no uso mis blusas sin mangas. O que si voy a la playa, tengo que sacar cita para hacerme depilación láser porque de ninguna manera voy a usar bikini sin estar depilada. Seguramente si estás entrando en el feminismo, te cuestionas depilarte o no es bueno o malo. Yo pienso que este tema no debería ser un debate, sino un punto de reflexión sobre nuestra historia.
Son elecciones personales y es súper válido elegir la forma en la que queremos lucir, sin embargo, sí creo que debemos estar conscientes del origen de cada una de las cosas que nos han impuesto a las mujeres y de ahí partir para elegir nuestros discursos y formas de vivir nuestro cuerpo.
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