En los últimos años hemos escuchado hasta el cansancio la palabra “empoderamiento” para definir a las mujeres que son dueñas de sí mismas, exitosas o chingonas. ¿Pero qué significa una mujer empoderada? ¿De dónde nació el empoderamiento femenino?
La historia nos dice que el término empowerment fue impulsado en la Conferencia Mundial de las Mujeres de Naciones Unidas en Beijing en 1995, para referirse al aumento de la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones y acceso al poder, esto con la finalidad de promover la igualdad y equidad en la sociedad.
En los últimos años este término se ha popularizado para hablar sobre el empoderamiento de las niñas, de las mujeres exitosas, independientes, o mujeres que lograron derribar algunas de las barreras del patriarcado. Una mujer “empoderada”, nos dicen, es aquella que trabaja, vive sola, es exitosa y cabrona. ¿Realmente a eso se limita el empoderamiento femenino?
La palabra empower (empoderamiento) también se refiere al poder que te otorga alguien para hacer algo, es decir, ese poder también se concede. Aunque por más que yo quiera empoderar a todas las mujeres del país, sé que primero debo empezar con las mujeres que me rodean y conmigo misma y ahí es donde comienza todo.
La idea de que “las mujeres nos estamos empoderando” a veces está un poco mal enfocada, porque la realidad es que nadie nos está concediendo el poder de ser libres, exitosas o fuertes. Las mujeres estamos tomando esos espacios a la fuerza y ahí radica el verdadero poder, el poder está en nosotras. El empoderamiento entonces no es ese superpoder que podemos alcanzar todas, nada más por ser mujeres.
Nosotras mismas nos concedemos ese poder cuando intentamos romper con algún miedo y nos arriesgamos, nos concedemos el poder de dejar creer que las opiniones de los demás tienen un peso verdadero en nuestra vida. El empoderamiento va más allá de ser dueñas de nosotras mismas, es una tarea constante que nos ocupa estar peleando constantemente en nuestras propias luchas.
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