Sí, el amor romántico también es machista.

Todas las personas crecimos con ideas muy arraigadas sobre lo que significa el amor. De niñas soñábamos con encontrar a nuestra “media naranja”, aquella con la que nos casaríamos y viviríamos felices para siempre. Nos creímos ese cuento…

El amor romántico, una construcción social y cultural presente a lo largo de la historia, es esa película que nos han contado desde niñas y niños: encontrar a esa persona especial que nos cuide, nos proteja y nos acompañe por el resto de nuestras vidas. Esta construcción ha dañado tanto a hombres como mujeres porque refuerza los roles de género, sobre todo cuando hablamos del matrimonio. A nosotras nos educan desde niñas a buscar un “príncipe azul” que nos salve. A ellos les enseñan que deben trabajar y ser los proveedores económicos de la relación. Sí, el amor romántico también es machista. 

Para alimentar las estructuras del amor romántico nos dijeron que lucháramos contra viento y marea y nos sacrificáramos por “amor”. Nos lo decían una y otra vez en películas, en los cuentos y en todas partes. Las nuevas generaciones hemos ido rompiendo esas estructuras, pues ahora sabemos que no todo en la vida es casarnos y que, tanto hombres como mujeres, podemos trabajar en la construcción del amor propio y cambiar las formas en las que nos relacionamos. 

Pero el amor romántico sigue ahí, tan enraizado en nuestra cultura y en muchos de nuestros sueños e ilusiones porque crecimos con un chip instalado de lo que significa el amor y con esa base construimos nuestras creencias. Ahora nos toca desmitificar el amor románico y cuestionarlo.

Desmitificar el amor romántico

La escritora feminista Coral Herrera ha reflexionado cómo nos han afectado estos mandatos a lo largo de nuestra vida y se ha encargado de romper los mitos del amor romántico a través de sus libros y análisis, pues ha impactado principalmente en la vida de las mujeres porque también alimenta la violencia de género.

«Por amor» aguantamos insultos, violencia, desprecio. Somos capaces de humillarnos «por amor», y a la vez de presumir de nuestra intensa capacidad de amar. «Por amor» nos sacrificamos, nos dejamos anular, perdemos nuestra libertad, perdemos nuestras redes sociales y afectivas. «Por amor» abandonamos nuestros sueños y metas, «por amor» competimos con otras mujeres y nos enemistamos para siempre, «por amor» lo dejamos todo… Por eso este «amor» no es amor. Es dependencia, es necesidad, es miedo a la soledad, es masoquismo, es fantasía mitificada, pero no es amor.

Estas críticas de Coral Herrera sobre el amor romántico no son nuevas. La filósofa francesa Simone de Beauvoir ya decía que “el día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal”.

El amor romántico también está construido en jerarquías, es la base de la dominación, es decir, uno domina y otro se somete. “No nos enseñan a relacionarnos horizontalmente, de tú a tú, de igual a igual. Y como vivimos en una sociedad tan machista, nuestra forma de querernos es machista y por eso siempre la sumisión es de la mujer ante el hombre. Y encima, como está acostumbrada al sufrimiento, no nos importa y nos creemos que así es el amor”, dice Coral Herrera.

Por eso nos toca desmitificar esas estructuras para construir relaciones más sanas y dejar de narrar el cuento que nos han contado toda la vida para escribir nuevas historias, encontrar más formas amorosas de relacionarnos sin estar sometidas a una sola.