La violencia económica y patrimonial contra las mujeres es un tipo de violencia de género. Si bien ambas están relacionadas por limitar, condicionar o negar el acceso a los derechos económicos y sociales de vida de las mujeres, existen diferencias importantes. 

Más del 66% de las mujeres en México ha sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida y de ellas, un 29% fue violencia económica o patrimonial, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) de 2016 del Inegi.

La violencia patrimonial sucede cuando alguien prohíbe a las mujeres que hagan uso de su dinero, limiten sus compras, oculten sus documentos importantes o se apropien de sus bienes sin su consentimiento. También se da cuando se dañan o afectan los bienes de ellas con la intención de humillarla o hacerla sentir mal. 

Mientras que la violencia económica sucede cuando no reciben el mismo salario que los hombres por realizar el mismo trabajo; cuando no el trabajo de cuidado que realizan no es remunerado o cuando se les condiciona o limita sus ingresos, o tienen que dar cuenta a sus parejas de lo que gastan. 

Se estima que 2 de cada 10 mujeres en México (24.5%) han recibido reclamos por

parte de su pareja por la forma en que gastan el dinero, les han prohibido trabajar o estudiar, o les han quitado dinero o bienes, de acuerdo con los datos del Inegi.

La violencia económica está estrechamente ligada a la lucha contra la desigualdad porque tiene que ver con quién tiene el control del dinero y de los recursos económicos, o de su acceso y distribución, de acuerdo con Oxfam. 

¿Cuáles son las consecuencias?

Cuando una mujer es víctima de violencia económica o patrimonial, su autoestima se ve afectada y su autonomía también, pues se sienten incapaces para tomar decisiones. Esto puede ocasionar que sea vulnerable para ser víctima de otros tipos de violencia como la física o sexual.

El círculo de la violencia hace que le sea difícil salir de la situación en la que está o se aleje de su agresor, debido a que no cuenta con recursos económicos o con un patrimonio que le garantice su seguridad y supervivencia.