Toda la vida me ha costado poner límites. Antes creía que si lo hacía, me convertiría automáticamente en una mala persona o que los demás pensarían que era egoísta. Después me di cuenta que nuestra cultura está fuertemente marcada por la complacencia. Sobre todo las mujeres, porque crecimos creyendo que hay que “agradar a los demás” o cuidar de los demás. La sociedad nos enseña a darlo todo, a desvivirnos por nuestra familia, amigos, trabajo, escuela y pareja.

La realidad es que cuando no pones límites y complaces a las demás personas, estás perdiéndote a ti misma. El autoconocimiento y descubrimiento del amor propio, me ha ayudado a poner en un balance y ser crítica con lo que hago día con día por mí y por los demás. Al principio cuesta trabajo, no lo voy a negar. Aprender a decir “no” y distinguir lo que quiero y no hacer, no es sencillo, pero una vez que lo haces, es súper liberador.

Lo que me ha ayudado es pensar en mí primero. Cada vez que me toca decidir un plan, me pregunto si lo voy a hacer realmente porque yo lo quiero o porque es lo que la gente espera de mí. Cuestiónate todo el tiempo y también pregúntate si lo que vas a hacer a tu vida te suma o te resta. ¿Es necesario? 

No hay que dar por hecho que cualquier persona puede opinar o exigir algo sobre tu espacio personal y decisiones, ni siquiera nuestros mejores amigos o familia. Si comienzas por pedir respeto para ti, los demás tienen que asumirlo. Hay que aprender a identificar cuando no nos sentimos cómodas con alguna situación y abandonarla. ¿Cuántas veces hemos aceptado planes o compromisos que al final no queríamos hacer? 

No puedes establecer límites claros si antes no los identificas, por eso es importante que te des un tiempo para detectarlos. ¿Cómo saberlo? Escucha tus emociones, analiza cómo te hace sentir alguna decisión o imposición. Pregúntate si eso está bien para ti o qué escenario te haría sentir mejor, donde encuentres tu paz y bienestar, es ahí.
Una cosa súper importante es que si alguien no respeta los límites que comienzas a establecer, es una red flag. Tenemos que alejarnos de aquellos que no te acompañan o entienden tu camino y dejar ir, por tu propio bienestar. El respeto comienza por respetarte a ti misma.