El amor es todo un tema, compete a la filosofía, a la religión, a la ciencia… aun cuando no se puede medir, palpar, se puede sentir, es posible saber que zonas del cerebro se activan cuando está presente, existen signos y síntomas observables tanto cuando está presente como cuando no lo está.

De ahí que existan dos tipo de amor o dos tipos de etapa cuando se está en una relación, el primero es el amor romántico y el segundo es el amor maduro o amor de verdad. 

El amor romántico existe, al menos como una construcción sociocultural, no es una invención, sino un hecho que comienza a gestarse desde la Europa medieval con el amor heroico, pasando por el amor cortés, la época galante, el masoquismo y culminando con el amor romántico que viene a ser una extraña fusión de sus predecesoras. Esta fusión tiene la característica de situar a hombres y mujeres en roles definidos, en donde hay cabida a todo tipo de expectativas.

El amor maduro se hace visible solo cuando el enamoramiento se acaba (Ortega y Gasset, S/A; Fisher, 2007; Maureira, 2009), ya que cuando el romántico está presente es poco probable que se vislumbre como tal los sentimientos en donde todo parecer ser color rosa. 

Aquí tienes algunas diferencias para identificar cuando el amor es romántico y cuando es maduro o de verdad. 

El amor romántico es un amor idealizado, hace referencia a la mera sensación de enamoramiento y atracción inicial en donde todo sobre el otrx te parece perfecto y cumple con todas tus expectativas. Esto es utópico y efímero puesto que el enamoramiento dura muy poco tiempo y no es sostenible a largo plazo. En cambio, el amor de verdad empieza cuando ya se pueden reconocer los errores y faltas en el otrx, pero aún así se acepta a esa persona tal cual es, entendiendo que no siempre habrá momento de felicidad eufórica pero que esa persona es valiosa incluso en los malos momentos. 

El amor romántico defiende que el amor es una mera sensación del corazón, que uno no escoge de quién se enamora y, por ende, si sentimos una fuerte atracción a una persona, ese es nuestro próximo amor. El amor de verdad, adicional a los sentimientos que uno puede tener de forma innata hacia otrx persona, también es racional puesto que analiza y reflexiona características del otrx que pueden aportar para un mayor crecimiento y darte paz interna o, al contrario, detectar posibles puntos de conflicto.

El amor romántico vende la idea del “alma gemela”, que hay una persona que está destinada a amarte el resto de tu vida. Esta concepción provoca que se den a las personas por sentado y que se aguante cualquier tipo de falta puesto que es la única persona con la que uno puede estar. Además, impone (especialmente en las mujeres) la idea de que el objetivo de cualquier relación amorosa es llegar al matrimonio. En cambio, el amor de verdad reconoce que se debe elegir todos los días a esa persona y construir una relación por medio de esfuerzo y conocimiento dado que las personas están evolucionando constantemente. Además, deja espacio a diferentes formas de relacionarse con otrx que no necesariamente van con la imposición del matrimonio o la de tener una familia tradicional. 

Pocos cuentos acaban con un final como el de Cenicienta o Blancanieves, pero aunque seamos conscientes de que el “fueron felices” sólo está reservado para un pequeño porcentaje de historias, la idea de tener que afrontar la realidad tal como es no suele atraernos demasiado, es por eso que se debe identificar entre las diferentes etapas de una relación y actuar en consecuencia a ello para evitar alguna desilusión o problema.