La sociedad nos ha enseñado a las mujeres a tener cumpleaños míticos. Ante los ojos de los demás, llegar a los 15 años significa “dejar de ser niña” y convertirnos en «mujeres». Mujeres que tenían que casarse, mujeres que tenían que convertirse en madres, pero también mujeres que tenían que ser exitosas y perfectas. 

Muchas de nosotras crecimos con el ideal de ser “esa mujer”. Por supuesto que yo también me tragué ese cuento y esperaba que a los 20, por ejemplo, ya sería toda mujer adulta independiente y a los 25 ya tendría que haber estado casada y en la cumbre de mi carrera profesional. Spoiler alert: nada de eso pasó.

Justo a los 25 años mi mundo se derrumbó en muchos sentidos. Principalmente porque en esa época terminó mi relación con la persona que creí que compartiría mi vida para siempre. Él decidió que no quería hacerlo conmigo y yo construí mi propio camino. Ahora sé que ese quiebre fue muy importante para volver a construirme. A partir de ese momento, comencé a cuestionar mis metas, mis decisiones e ideales. Me sentía perdida, no tenía claro qué era importante para mí en ese momento. Fue difícil saber que no estaba nada cerca de las expectativas que había creado en mi cabeza. 

Entonces empecé a preguntarme si realmente mis deseos eran míos o eran de la sociedad, de lo que los demás esperaban de mí. Hice las paces con mi realidad. Hoy, a mis 30 años, vuelvo a ver a la Ximena de hace cinco años y le agradezco porque, si bien ningún plan salió como esperaba, me dejé llevar, confié en mí y la vida continuó. Actualmente no soy nada de lo que planeé ser a los 15, pero aprendí que no tengo que ser fiel con aquella persona que fui sino respetuosa con la mujer que soy hoy. 

Aprendí a escucharme, a buscar y seguir mis verdaderas pasiones, sin importar si lo hago sola o acompañada, sin preocuparme por si encuentro al “amor de mi vida”, porque cuando me veo al espejo sé que soy el amor más importante de mi historia.

Vivir sin las expectativas de lo que se espera de mí, ha sido lo más liberador. Romper con los mitos sociales y propios nos libera de muchas cadenas.