Hace diez años tenía muy claro que si me embarazaba, abortaría. Hoy no lo haría porque mi situación de vida es distinta, pero eso no significa que no apoye a las mujeres que quieren hacerlo. Ser madre o no es una decisión personal, por eso es que el feminismo lucha para que todas las mujeres tengamos el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Hemos visto que cuando una mujer elige abortar, primero se enfrenta al escrutinio social por hacerlo, no faltará quien la juzgue por no cumplir con su “destino” de ser madre y un sinfín de argumentos moralistas y machistas.
Después viene otra barrera: vivir en México, un país donde el aborto es un delito y hay sanciones penales que pueden llevarla a la cárcel. Hasta ahora, sólo Oaxaca y Ciudad de México han reformado sus leyes para legalizarlo. Porque algo es cierto: sea legal o no, las mujeres abortan. Se calcula que en todo el mundo, cada año, uno de cada cuatro embarazos termina en aborto.
Es un tema de salud pública. La OMS estima que todos los años hay 25 millones mujeres que enfrentan abortos inseguros porque no hay condiciones dignas y salubres para hacerlo. Ser mujer y abortar en un país donde es ilegal hacerlo, es correr el riesgo de ir a la cárcel, no poder ir a un hospital si necesitas atención, no tener acceso a los medicamentos para hacerlo, no contar con la orientación médica para que tu aborto sea seguro, lo cual en muchos casos, pone en riesgo sus vidas.
Por eso es que el debate no está en si vamos o no a abortar. Sino sobre las condiciones para hacerlo. Esa es la importancia de la despenalización del aborto, que quienes lo van a hacer, cuenten con información, atención y no sean criminalizadas si eligen no ser madres. “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir” es una de los lemas más poderosos de la lucha internacional a favor del aborto, para obligar al Estado que cumpla con su responsabilidad de garantizar un derecho humano: el acceso a la salud.
No se trata de imponer nuestra moral sobre si está bien hacerlo o no. Las mujeres eligen abortar todos los días porque es su derecho y punto.
Tenemos que luchar para que lo hagan en condiciones dignas y que no corran el riesgo de ir a la cárcel, o no sean orilladas a acudir a clínicas clandestinas sin orientación. Empecemos a quitarnos el velo que juzga desde la moral, porque se trata de que nuestras hermanas, primas, sobrinas, amigas y compañeras, tengamos la información y condiciones necesarias para elegir lo que vamos a hacer o no con nuestros cuerpos.
Estoy a favor de la despenalización del aborto porque quiero que las millones de mujeres que abortan en todo el mundo, tengan la oportunidad y las herramientas seguras a su alcance para hacerlo.
Es su decisión y la de nadie más.
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