Según una encuesta realizada por la revista británica Cosmopolitan Body, las mujeres se sienten el doble de avergonzadas que los hombres al ser observadas mientras hacen ejercicio. A ese fenómeno se le llama ‘Gymtimidation’: es el término usado en inglés para definir la intimidación que algunas personas sienten ante la mirada ajena cuando están ejercitándose en el gimnasio.
Es cierto que en una sociedad machista y patriarcal, las mujeres enfrentan varios retos, discriminaciones y acosos en sus actividades del día a día por el simple hecho de haber nacido mujeres, ir al gimnasio no es una excepción. No es que las mujeres teman ir, pero sin duda es una experiencia que puede llegar a ser más incómoda para una mujer que para un hombre por razones de género. Por ejemplo:
- Según una encuesta hecha por FitRated, descubrió que 55% de las mujeres se sienten juzgadas en el gimnasio tanto por su físico como por sus rutinas de ejercicio. En una sociedad patriarcal, el estándar de belleza para una mujer impone una figura delgada y delicada, por lo que cuando una mujer no cumple con esas tallas, estando más fuerte o grande, recibe miradas juzgonas, burlas o comentarios hirientes. Así mismo, como no se asocia a las mujeres con un rol “físicamente fuerte”, los hombres pueden ser muy juzgones cuando ellas hacen su propia rutina de ejercicio.
Según este estudio, que fue realizado por la franquicia de gimnasios femeninos Curves Australia entre 1200 mujeres de ese país y de Nueva Zelanda, al 53% de las mujeres le preocupa no verse bien usando indumentaria deportiva mientras se ejercitan y teme verse tonta frente a la mirada de los demás.
- Mansplaining: precisamente porque el patriarcado ha impuesto en las mujeres el rol débil o no apto físicamente, muchos hombres practican en los gimnasios el “mansplaining” corrigiendo las rutinas o la técnica de las mujeres. Esta es una actitud condescendiente y refuerza la idea sexista de que las mujeres no saben de ejercicios que requieran mayor fuerza física.
- Acoso en el gimnasio: Muchos hombres aprovechan los gimnasios como lugar para “ligar” o simplemente para observar a las mujeres que se están ejercitando. Muchas mujeres resultan incómodas cuando un hombre intenta coquetear mientras ellas intentan concentrarse en su ejercicio. Además, no es poco común que los hombres se queden mirando e incluso han llegado a tomar fotografías cuando una mujer se ejercita por su ropa de ejercicio ajustada.
El gimnasio es, desafortunadamente, un lugar donde siguen presentes los micromachismos, esos pequeños gestos sexistas o machistas, algunos de ellos muy sutiles, que ayudan a perpetuar roles de género, machismo, violencia suavizada contra las mujeres y hasta hipersexualización, siendo así un lugar más donde las mujeres deben enfrentar situaciones incómodas y discriminatorias en sus actividades diarias por vivir bajo un estereotipo y una norma social desigual.
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